Esta vez la cuenta de ’72 kilos’ me hizo reflexionar
con la viñeta que da portada al post de hoy.
📝 *El gasto cardíaco es la capacidad que tiene el corazón para bombear sangre y hacer frente a cualquier estrés o demandas del organismo. Un corazón sano y funcional tendrá mayor potencial de gasto cardíaco, es decir, de repartir eficazmente la sangre a cualquier parte del cuerpo.
Está demasiado estudiado que el ejercicio y la vida activa alarga
la vida; tanto que se puede considerar como dogma.
Sin embargo, y es aquí donde la viñeta me dejó pensando,
esto no supone una ventaja.
Vivir más. ¿Para qué? Creo que el mensaje de una vida activa
en relación a la salud debe tomar otro camino.
El mensaje de “vivir
más años” no supone un incentivo de cambio o de motivación para la persona
que tiene una vida insalubre con comportamientos de salud fatales. Él se
sentirá cómodo en ese estilo de vida, tomando de su malos hábitos un confort (como
si de una droga se tratara) bajo la premisa de que “vida sólo hay una y hay que
aprovecharla para hacer lo que a uno le sienta bien”. ¿Quién no ha escuchado
algo similar? El problema es que cree tener razón (o al menos en parte).
Está claro que nadie se salva de la enfermedad. Hasta el más
obsesionado por la salud puede acabar palmando por un cáncer a pesar de haber
tomado todas las medidas estudiadas y propuestas por las sociedades científicas [😖].
Sin embargo, esto es como el que echa a la lotería: cuantas
más papeletas más riesgo y más probabilidad. Me temo que el mero hecho de vivir supone un riesgo por sí mismo.
Cabe decir también que una persona físicamente activa se
quita prácticamente todo riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular o
vivir con una enfermedad crónica de este estilo de por vida (angina de pecho, diabetes,
síndromes metabólicos, obesidad, hipertensión arterial, hipercolesterolemia,
etc), lo que supondría alejarse de la primera causa de muerte en el mundo
occidental [😉].
Por muy deportistas y/o activos que nos mantengamos podemos
caer en cualquier estado de enfermedad; y es aquí donde nuestro estilo de vida,
cultivado a lo largo del tiempo, nos jugará una buena pasada.
No es lo mismo afrontar una vida sin enfermedad crónica que
te limite para muchas cosas, pero tampoco es lo mismo enfrentar una enfermedad habiendo
tenido una vida saludable.
Las personas deportivamente sanas tienen muchas más reservas
corporales a las que acudir cuando caen enfermos. Por ejemplo, una persona de
70 años sin entrenamiento físico puede tener un aparato respiratorio que limite
el consumo de oxígeno a menos de 1 litro/min; esto equivale a una reserva
respiratoria muy muy pobre [👎]. En cambio, aquella persona que se ha mantenido
activa durante toda su vida puede tener el doble de reserva o más,
lo que le quita de depender de aerosoles u oxígeno pautado. Esto es
especialmente importante para mantenerte en vida cuando, llegados a una edad, se
sufre un proceso como una neumonía que te pone ante la necesidad de
utilizar con urgencia toda la reserva respiratoria disponible. Imagínate lo que
puede suponer llegar a los 70 años sin unos pulmones fuertes ni funcionales,
cualquier mínima perturbación supondrá el caos, no tienes fortalezas ni tu
cuerpo tiene ese “algo extra” para lo que pueda venir.
Además, la capacidad para aumentar el gasto cardíaco* en caso
de necesidad es, con frecuencia, un 50 % mayor en una persona o anciano habituado
a hacer deporte que en una persona no acostumbrada a él. Poco que decir. Llegar
con un corazón sano y fuerte a la senectud habla por sí solo de las ventajas
que podría suponer [👌💖].
📝 *El gasto cardíaco es la capacidad que tiene el corazón para bombear sangre y hacer frente a cualquier estrés o demandas del organismo. Un corazón sano y funcional tendrá mayor potencial de gasto cardíaco, es decir, de repartir eficazmente la sangre a cualquier parte del cuerpo.
Con esto quiero decir que el ejercicio NO alarga la
vida, DA vida a tus años. En el momento que una enfermedad aceche,
agradecerás no estar postrado en la cama, dependiente y limitado por máquinas
ya que gozarás de una gran RESERVA CORPORAL para afrontarla sin ayudas de
fuera. Esta reserva corporal supone una amplitud fisiológica o margen funcional ante las restricciones de la enfermedad o, ¿por qué no? del deterioro fisiológico del envejecimiento.
Quizás pueda suponer el final, sí, pero mantenerse independiente hasta el último día
de tu vida, créeme, eso es lo más grande que hay.
CONCLUYO
El haberte sometido continuamente y durante tanto tiempo a un estrés como es el ejercicio, ha preparado a tu cuerpo para las peores condiciones que te puedas encontrar. Este mismo fenómeno ocurre con el entrenamiento: estresas al cuerpo para hacerlo más fuerte y prepararlo para la competición.
El envejecimiento no está asociado a enfermedad. Llevar una
vida sedentaria con hábitos poco saludables sí.
No es cuánto, es cómo.
¡Salud y Endorfinas!🏃♂️
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